viernes, 16 de noviembre de 2012

La escuela a prueba: el clima escolar


El contexto externo a la escuela, las repercusiones de este contexto en su interior institucional y pedagógico los cambios originados en la propia educación, exigen un clima escolar psicoafectivo y psicosocial nuevo, capaz de mantener el estatus original de la escuela para garantizar el desempeño cualitativo de los estudiantes y profesores en su formación educativa, humana y social.
Constatamos con absoluta evidencia que lo que sucede en la sociedad se siente en la escuela.  Cambia la familia, la estructura social, la cultura, el mercado de trabajo, las ciencias, la tecnología y aunque la institución escuela parezca conservar en formato fundacional, se produce un cambio en algo intrínseco a ella y su función educativa.  En la escuela, junto a los elementos positivos que la innovan y perfeccionan en su dimensión pedagógica y de gestión, entran la pobreza, la exclusión social, las culturas juveniles y adolescentes, la violencia, la inseguridad, la droga, el sexo, el compañerismo, el altruismo, la amistad.
Esta invasión de la sociedad es una de las novedades en la agenda actual que pone en tela de juicio muchos dispositivos y modo de hacer las cosas en las instituciones escolares: el currículo, los métodos, formas y tiempos del aprendizaje, las relaciones con la autoridad y entre los distintos sujetos del centro escolar.  Todo ello dificulta la función original de la escuela, de su gestión y del proceso de enseñanza aprendizaje afectado por circunstancias especiales sean estas beneficiosas o negativas.
Es fácil constatar que algunas de las intenciones del currículo prescrito en disciplinas, tiempos, evaluaciones y resultados no son debidamente atendidos por la necesidad de hacer frente a aspectos que exigen nuevas formas de actuar frente al impacto de las influencias que sacuden la razón de ser de la escuela tradicional.
A este respecto se habla del currículo oculto, desde la perspectiva de quienes participan en el proceso educativo.  Cambia el contexto formativo real tanto para maestros como para estudiantes.  A partir de esa invasión de la sociedad los estudiantes, se apropian de diversos conocimientos, valores, experiencias y formas de vivir que también comparten desde su función los maestros.
Todo ello pone en alerta a la institución escolar con la enorme responsabilidad de discernir sobre su funcionamiento actual sometido a las ventajas que entrañan las influencias y cambios que afectan positivamente al proceso educativo escolar, y las afectaciones claramente negativas que invaden su interior y desbalancean, por no decir impiden, desarrollar adecuadamente su necesaria acción de educar con calidad.
En medio de esta búsqueda de autoafirmación actual de la escuela como pieza clave de la sociedad, existe un aspecto muy importante que es necesario asegurar en el movimiento de la vida de la escuela y en la manera de actuar de sus miembros.  Estudios recientes indican que el clima escolar es la variable que mayor influencia ejerce sobre la formación y desempeño de la comunidad educativa y del rendimiento de los estudiantes.
Lo que era posible percibir intuitivamente, ahora se manifiesta más abiertamente: cuando las escuelas logran generar ambientes  respetuosos, acogedores y positivos, estos hacen una contribución substantiva para neutralizar las influencias negativas del exterior a la escuela y favorecen directamente el desempeño educativo de los estudiantes como sujetos de sus aprendizajes, conocimientos, destrezas, habilidades, competencias y valores.
Si bien los factores socioeconómicos tienen una poderosa influencia  en el rendimiento escolar, las variables asociadas a la escuela, como la creación de un clima escolar acorde con un proceso educativo de calidad es esencial  para el aprendizaje de los estudiantes.
El clima escolar se mide por la calidad ambiental de satisfacción o malestar que encuentran  los sujetos al trabajar juntos en la escuela, lo que se percibe y comparte emocionalmente en términos grupales y colectivos, en este caso institución educativa – familia, directores, maestros, estudiantes.
En el contexto actual complejo, real y rico, la dificultad de neutralizar y superar la invasión negativa de la sociedad, resulta muy difícil, pero la propia escuela, la comunidad educativa, la comunidad de aprendizaje sí tiene la capacidad, la sabiduría y la experiencia para generar un clima psicoafectivo y psicosocial propicio, un clima escolar apropiado para garantizar con éxito el trabajo educativo de la escuela.  Este clima está en gran medida al alcance de la escuela.

Juan B. Arríen


viernes, 2 de noviembre de 2012

El ser humano y la persona en perspectiva educativa


Como seres humanos todos somos iguales, como personas todos somos diferentes. La educación conjuga y armoniza estas dos dimensiones. Su base es el ser humano, su finalidad cada persona.
La educación está inserta en el ser humano pues no es otra cosa que el sacar y desplegar lo que es y tiene dentro de sí como ser humano. Por eso a la educación se la cataloga como derecho humano fundamental, es decir un derecho propio, hecho unidad con el ser humano.
La educación tiene que ver con todo el ser humano, en cuanto humano, con la materia (energía cósmica) y con el espíritu más allá de la materia, en la materia.
Por eso, la educación es un proceso de todo ser humano, en el que coincidimos todos, porque en un sentido propio todos lo cargamos como algo común a todos.
Así aprendemos a leer y escribir, a pensar con lógica ejercitando las matemáticas, el lenguaje hace factible la comunicación para entendernos. Desde estos cimientos se empieza a construir nuestra vida escolar y educativa la que en su desarrollo compartido, va encontrándose con la física, biología, historia, sociología, filosofía; las TICS; es decir, con todo lo que denominamos currículo o programa de estudios. He ahí el común denominador de nuestro crecimiento por la ruta de la educación. El quehacer educativo se organiza como un sustento común para todos desde el ser humano para el ser humano.
El ser humano, como ser compartido ontológicamente por todos, se encarna en cada persona con su identidad propia, se hace persona, se personaliza y en esta particularidad de cada persona es dónde y cómo se desarrolla el proceso educativo, es en esta dimensión de persona donde radica y se despliega el proceso educativo, la construcción de la persona, la autoafirmación como personas y el crecimiento de cada personalidad.
De ahí que el proceso educativo como tal se origina en cada persona, (en su potencial y calidad de dicho potencial), termina en cada persona (en su construcción, autoafirmación y desarrollo) y como tal se trasciende a sí misma por su esencia y realidad intrínsecamente social y comunicativa creando la comunidad de aprendizaje en la interacción social.
De ahí que en pedagogía prive la dimensión de persona, con su identidad propia, con su capacidad propia, con su ritmo propio recorriendo el espacio de los conocimientos, actitudes, destrezas, habilidades, hábitos y valores, activando la estructura psicoafectiva de la persona en sus diferentes manifestaciones, de motivación, comunicación, creatividad, autoestima, etc. y proyectándose al ámbito psicosocial en comunicación e interacción con las otras personas conformando la vida ciudadana.
En el ser humano radican sus derechos que son iguales para todos como lo son las responsabilidades correspondientes, pero tanto los derechos como las responsabilidades tienen un carácter eminentemente personal.
Los aprendizajes, competencias y valores son producto de un proceso y esfuerzo personales pero adquieren sentido verdadero en la colectividad humana organizada que llamamos ciudadanía.
La educación en el contexto humano y social actual pretende alcanzar dos grandes objetivos, la formación para el trabajo y la construcción de la ciudadanía, en otras palabras, la educación para la vida real. El trabajo como realización personal y finalidad social y la ciudadanía como espacio activo compartido de una ciudadanía proactiva.
En el fondo el gran reto de la educación es armonizar el ser humano que somos todos con la persona que somos cada uno, porque la posibilidad real de la educación está en la naturaleza humana, pero su realización está en cada persona.
Todo el aparato educativo está visualizado y organizado desde una perspectiva general donde entramos y cabemos todos, pero el proceso enseñanza- aprendizaje se realiza en una perspectiva personal, individual.
El reto educativo parece ubicarse en la interacción de personas de forma que el ser humano encuentre su salida pedagógica en cada persona pero formando un universo de personas con identidad propia y con sociabilidad intrínseca necesaria para hacer de cada identidad un elemento de universalidad. Este es, según mi opinión el trasfondo de las diversas teorías y enfoques de las grandes corrientes filosóficas, sociológicas y pedagógicas de la historia humana en las que se han alimentado los procesos formales, no formales e informales del proceso educativo universal.