viernes, 16 de noviembre de 2012

La escuela a prueba: el clima escolar


El contexto externo a la escuela, las repercusiones de este contexto en su interior institucional y pedagógico los cambios originados en la propia educación, exigen un clima escolar psicoafectivo y psicosocial nuevo, capaz de mantener el estatus original de la escuela para garantizar el desempeño cualitativo de los estudiantes y profesores en su formación educativa, humana y social.
Constatamos con absoluta evidencia que lo que sucede en la sociedad se siente en la escuela.  Cambia la familia, la estructura social, la cultura, el mercado de trabajo, las ciencias, la tecnología y aunque la institución escuela parezca conservar en formato fundacional, se produce un cambio en algo intrínseco a ella y su función educativa.  En la escuela, junto a los elementos positivos que la innovan y perfeccionan en su dimensión pedagógica y de gestión, entran la pobreza, la exclusión social, las culturas juveniles y adolescentes, la violencia, la inseguridad, la droga, el sexo, el compañerismo, el altruismo, la amistad.
Esta invasión de la sociedad es una de las novedades en la agenda actual que pone en tela de juicio muchos dispositivos y modo de hacer las cosas en las instituciones escolares: el currículo, los métodos, formas y tiempos del aprendizaje, las relaciones con la autoridad y entre los distintos sujetos del centro escolar.  Todo ello dificulta la función original de la escuela, de su gestión y del proceso de enseñanza aprendizaje afectado por circunstancias especiales sean estas beneficiosas o negativas.
Es fácil constatar que algunas de las intenciones del currículo prescrito en disciplinas, tiempos, evaluaciones y resultados no son debidamente atendidos por la necesidad de hacer frente a aspectos que exigen nuevas formas de actuar frente al impacto de las influencias que sacuden la razón de ser de la escuela tradicional.
A este respecto se habla del currículo oculto, desde la perspectiva de quienes participan en el proceso educativo.  Cambia el contexto formativo real tanto para maestros como para estudiantes.  A partir de esa invasión de la sociedad los estudiantes, se apropian de diversos conocimientos, valores, experiencias y formas de vivir que también comparten desde su función los maestros.
Todo ello pone en alerta a la institución escolar con la enorme responsabilidad de discernir sobre su funcionamiento actual sometido a las ventajas que entrañan las influencias y cambios que afectan positivamente al proceso educativo escolar, y las afectaciones claramente negativas que invaden su interior y desbalancean, por no decir impiden, desarrollar adecuadamente su necesaria acción de educar con calidad.
En medio de esta búsqueda de autoafirmación actual de la escuela como pieza clave de la sociedad, existe un aspecto muy importante que es necesario asegurar en el movimiento de la vida de la escuela y en la manera de actuar de sus miembros.  Estudios recientes indican que el clima escolar es la variable que mayor influencia ejerce sobre la formación y desempeño de la comunidad educativa y del rendimiento de los estudiantes.
Lo que era posible percibir intuitivamente, ahora se manifiesta más abiertamente: cuando las escuelas logran generar ambientes  respetuosos, acogedores y positivos, estos hacen una contribución substantiva para neutralizar las influencias negativas del exterior a la escuela y favorecen directamente el desempeño educativo de los estudiantes como sujetos de sus aprendizajes, conocimientos, destrezas, habilidades, competencias y valores.
Si bien los factores socioeconómicos tienen una poderosa influencia  en el rendimiento escolar, las variables asociadas a la escuela, como la creación de un clima escolar acorde con un proceso educativo de calidad es esencial  para el aprendizaje de los estudiantes.
El clima escolar se mide por la calidad ambiental de satisfacción o malestar que encuentran  los sujetos al trabajar juntos en la escuela, lo que se percibe y comparte emocionalmente en términos grupales y colectivos, en este caso institución educativa – familia, directores, maestros, estudiantes.
En el contexto actual complejo, real y rico, la dificultad de neutralizar y superar la invasión negativa de la sociedad, resulta muy difícil, pero la propia escuela, la comunidad educativa, la comunidad de aprendizaje sí tiene la capacidad, la sabiduría y la experiencia para generar un clima psicoafectivo y psicosocial propicio, un clima escolar apropiado para garantizar con éxito el trabajo educativo de la escuela.  Este clima está en gran medida al alcance de la escuela.

Juan B. Arríen


viernes, 2 de noviembre de 2012

El ser humano y la persona en perspectiva educativa


Como seres humanos todos somos iguales, como personas todos somos diferentes. La educación conjuga y armoniza estas dos dimensiones. Su base es el ser humano, su finalidad cada persona.
La educación está inserta en el ser humano pues no es otra cosa que el sacar y desplegar lo que es y tiene dentro de sí como ser humano. Por eso a la educación se la cataloga como derecho humano fundamental, es decir un derecho propio, hecho unidad con el ser humano.
La educación tiene que ver con todo el ser humano, en cuanto humano, con la materia (energía cósmica) y con el espíritu más allá de la materia, en la materia.
Por eso, la educación es un proceso de todo ser humano, en el que coincidimos todos, porque en un sentido propio todos lo cargamos como algo común a todos.
Así aprendemos a leer y escribir, a pensar con lógica ejercitando las matemáticas, el lenguaje hace factible la comunicación para entendernos. Desde estos cimientos se empieza a construir nuestra vida escolar y educativa la que en su desarrollo compartido, va encontrándose con la física, biología, historia, sociología, filosofía; las TICS; es decir, con todo lo que denominamos currículo o programa de estudios. He ahí el común denominador de nuestro crecimiento por la ruta de la educación. El quehacer educativo se organiza como un sustento común para todos desde el ser humano para el ser humano.
El ser humano, como ser compartido ontológicamente por todos, se encarna en cada persona con su identidad propia, se hace persona, se personaliza y en esta particularidad de cada persona es dónde y cómo se desarrolla el proceso educativo, es en esta dimensión de persona donde radica y se despliega el proceso educativo, la construcción de la persona, la autoafirmación como personas y el crecimiento de cada personalidad.
De ahí que el proceso educativo como tal se origina en cada persona, (en su potencial y calidad de dicho potencial), termina en cada persona (en su construcción, autoafirmación y desarrollo) y como tal se trasciende a sí misma por su esencia y realidad intrínsecamente social y comunicativa creando la comunidad de aprendizaje en la interacción social.
De ahí que en pedagogía prive la dimensión de persona, con su identidad propia, con su capacidad propia, con su ritmo propio recorriendo el espacio de los conocimientos, actitudes, destrezas, habilidades, hábitos y valores, activando la estructura psicoafectiva de la persona en sus diferentes manifestaciones, de motivación, comunicación, creatividad, autoestima, etc. y proyectándose al ámbito psicosocial en comunicación e interacción con las otras personas conformando la vida ciudadana.
En el ser humano radican sus derechos que son iguales para todos como lo son las responsabilidades correspondientes, pero tanto los derechos como las responsabilidades tienen un carácter eminentemente personal.
Los aprendizajes, competencias y valores son producto de un proceso y esfuerzo personales pero adquieren sentido verdadero en la colectividad humana organizada que llamamos ciudadanía.
La educación en el contexto humano y social actual pretende alcanzar dos grandes objetivos, la formación para el trabajo y la construcción de la ciudadanía, en otras palabras, la educación para la vida real. El trabajo como realización personal y finalidad social y la ciudadanía como espacio activo compartido de una ciudadanía proactiva.
En el fondo el gran reto de la educación es armonizar el ser humano que somos todos con la persona que somos cada uno, porque la posibilidad real de la educación está en la naturaleza humana, pero su realización está en cada persona.
Todo el aparato educativo está visualizado y organizado desde una perspectiva general donde entramos y cabemos todos, pero el proceso enseñanza- aprendizaje se realiza en una perspectiva personal, individual.
El reto educativo parece ubicarse en la interacción de personas de forma que el ser humano encuentre su salida pedagógica en cada persona pero formando un universo de personas con identidad propia y con sociabilidad intrínseca necesaria para hacer de cada identidad un elemento de universalidad. Este es, según mi opinión el trasfondo de las diversas teorías y enfoques de las grandes corrientes filosóficas, sociológicas y pedagógicas de la historia humana en las que se han alimentado los procesos formales, no formales e informales del proceso educativo universal.

lunes, 8 de octubre de 2012

SOBRE LA REFORMA EDUCATIVA EN NICARAGUA

Ahora que el CNU y representantes del Gobierno central han admitido la necesidad de una reforma curricular en la educación superior, obliga al MED realizar ajustes y revisiones para una oportunidad histórica en Nicaragua. Algunos estudiosos nacionales iguales que la Unesco consideran que todos los subsistemas educativos deben educar para:


1- Formar valores; tarea esencial del proceso educativo, de ella depende que el niño de hoy se convierta en ciudadano de bien; en profesionales, técnicos y obreros solidarios con su familia y su comunidad. Valores que tengan como ejes los derechos humanos, el tema del género, la protección del medioambiente, el respeto por las ideas ajenas, la paz personal, la comprensión internacional y el amor al trabajo y a las personas.

2- Desarrollar conocimientos útiles, científicos y técnicos; conocimientos para razonar, para resolver problemas, para crecer internamente. Conocimientos relevantes, importantes y pertinentes, con aprender para la vida; el conocimiento como realización de un ser humano que depende de su capacidad para comprender y adaptarse al mundo que lo rodea y a su mundo interno, conocimiento para la buena comunicación con palabras agradables, alegres, de cariño y de amor. Para encontrar nuevos conocimientos, procesarlos e interiorizarlos.

3- Preparar para la participación; hacer uso del derecho a participar en las decisiones que toman las autoridades y que afectan su vida. No la indiferencia, ni el miedo a hablar y participar; preparar para influir y mejorar los partidos políticos, los programas públicos y a los actores que toman decisiones a niveles nacional y local a ser miembros de una asociación en grupos culturales, religiosos, recreativos. Nada de individualismo egoísta e insensible, la soberanía reside en la participación del pueblo.

4- Formar para el trabajo. Del trabajo se debe derivar no solo el sustento, sino la certeza de ser útil y necesario; y de la seguridad de ocupar un lugar propio en este país y en esta época. Como trabajador tener como visión constructiva y positiva del momento histórico y las demandas laborales como obrero calificado como técnico básico medio o superior; como especialistas en refinerías, puertos y puentes; especialistas y trabajadores en procesos industriales de la carne, del café, frijoles, plantas; en procesos de nuevos equipos tecnológicos, de sistema de comunicaciones y moderna red ferroviarias.

Las empresas nacionales y extranjeras necesitan obreros y técnicos clasificados y ven a nuestros egresados universitarios carentes de habilidades y capacidades para los cargos, empezando por el manejo de un idioma extranjero y de la tecnología de la información.

Nicaragua aún es una nación de niños y adolescentes, pero esta situación ha comenzado a cambiar: los niños han comenzado a disminuir y en jóvenes aumenta y dentro de 30 y 40 años empezaremos a envejecer notoriamente. Es una obligación y una responsabilidad histórica atender laboralmente a los jóvenes y adultos en capacitaciones, oficios y profesiones.


viernes, 21 de septiembre de 2012

Los ejes en el proceso enseñanza-aprendizaje


Los sistemas educativos reciben día a día nuevas demandas en consonancia con los avances de la ciencia, la cultura, la sociedad, la globalización, las TIC, etc. teniendo que dar respuesta pedagógica pertinente con nuevas formas metodológicas y didácticas.
En este contexto se ha dado mucha importancia pedagógica a los denominados ejes sean estos transversales o tangenciales sin desestimar la centralidad que exige por ejemplo, el tema de los derechos humanos.
Sobre los ejes transversales se ha hablado y practicado mucho haciendo por ejemplo que las denominadas nuevas sensibilidades educativas tales como los derechos humanos, el medio ambiente, la equidad de género, la cultura de paz o la interculturalidad atraviesen la matriz del currículum y consiguientemente están presentes de forma creativa en las diferentes disciplinas. Pese a su valor pedagógico los ejes transversales no siempre encuentran la exigencia propia en determinadas materias, precisamente por considerarlas como algo añadido y no sustancial a su carácter científico. Sin embargo siguen siendo un recurso pedagógico de gran incidencia en los procesos de aprendizajes. Ya tienen carta de ciudadanía en la pedagogía moderna. No así respecto a los ejes tangenciales, es decir aquellos que sin una especificidad que conforme una unidad como los derechos humanos, no obstante contienen, activan y despliegan elementos educativos generales y de gran impacto en el proceso de formación de un estudiante debido a la integralidad de aspectos que lo afectan en el ámbito psicoafectivo y psicosocial.
Algunos ejemplos clarifican la naturaleza e influencia educativa de los ejes tangenciales.
Recientemente se realizaron en Londres las Olimpiadas tanto de atletas con todas sus facultades intactas como las de aquellos que tienen alguna limitación humana, sea física o mental. Respecto a la primera, los récords de Phelp o Boy generan enorme admiración, cierto tipo lejano de modelo a imitar a la par que traslucen cierto reto o envidia sana muy profunda. En el fondo se evidencia que para llegar a esos niveles se ha desplegado el gran potencial que posee la naturaleza humana en forma de factores educativos, el esfuerzo, la disciplina, asumir una meta que alcanzar, el sacrificio, la integración con el técnico, etc. a los que en los deportes de conjunto se añaden el trabajar, gozar, sufrir, compartir en equipo. Son aprendizajes importantes.
Los juegos paralímpicos dejan múltiples lecciones que en conjunto constituyen el ideal educativo de la superación. En una entrevista a un atleta que había participado en una olimpiada normal y ahora lo hacía con alguna limitación física, el periodista le preguntó ¿Qué diferencia existía entre participar en una y otra olimpiada? Él contestó: El deporte, el atletismo es el mismo se nutre de esfuerzo, disciplina, dedicación, creer en uno, ponerse una meta, etc. pero cuando uno posee una limitación tienes que apelar más a tu espíritu, este es distinto, es superior, es supremo, mi medalla es el producto de más espíritu.
Los juegos olímpicos y paralímpicos constituyen un verdadero ejemplo de eje educativo tangencial.
Hace una semana se celebró y trasmitió por televisión el desfile central de los centros educativos haciendo honor a las Fiestas Patrias. Aparte de los factores más relacionados con los factores educativos como el sentido de patria, la organización, el orden, la belleza, la presentación, etc., el desfile de este año se convirtió en un eje educativo de carácter tangencial muy importante pues integró en un acto continuado la expresión y concreción de grandes valores que dan vida y sustentan los fines educativos de una persona.
No hay duda que los ejes tangenciales se introducen en el núcleo mismo del proceso educativo global.
Más allá o acá del sentido de la educación informal el eje educativo tangencial tiene la característica de introducirse de múltiples formas en el núcleo mismo de los procesos educativos. Muchos de estos ejes están a nuestro alcance, pero no estamos acostumbrados a extraer su valor educativo porque frecuentemente reducimos el eje tangencial a un espectáculo, una diversión, un acontecimiento, un pasatiempo que se reduce a un momento fugaz. El eje educativo tangencial tiene un sentido educativo penetrante que se hace parte de nuestra estructura psicoafectiva y psicosocial claves en el proceso educativo.

lunes, 27 de agosto de 2012

LOS APRENDIZAJES DIFERENCIADOS.





Múltiples indagaciones manifiestan que el fracaso escolar es una realidad. Mientras que en Europa cuesta aceptar esta verdad, en Estados Unidos el malestar de los estudiantes está siendo objeto de una honda investigación. Se ha llegado a la determinación de que el fracaso escolar de los muchachos se debe a que los planes docentes se utilizan por igual para chicos y chicas, sin cuidar las exigencias de cada sexo.

Esta imparcialidad ha beneficiado a las niñas. La instrucción, la conducta y la afectividad han provocado una feminización o acomodo a los gustos, destrezas e inclinaciones de las mozas. La hegemonía de lo femenino produce desengaño y apatía en los niños.

El enigma empeora ante la falta de patrones masculinos de referencia. Si en el hogar es la mamá quien instruye a la prole, en el colegio la enseñanza está feminizada: casi el noventa por ciento de los educadores de los liceos americanos son profesoras.

A diferencia de lo que sucede en Europa, en Estados Unidos, está emergiendo un clima de opinión propicio a la enseñanza diferenciada. El Departamento de Educación aprobó la instauración de centros públicos por sexos. Existen más de 500 colegios públicos con aprendizaje diferenciado.

Estos centros aplican procedimientos pedagógicos diferentes para cada sexo, aunque los objetivos sean los mismos. Varios informes manifiestan que los chavales precisan jerarquía, método, emociones impetuosas, que se les propongan retos, dureza, comparación, pugna; factores que se han eliminado del sistema escolar.

Una de las iniciativas de mayor alcance ha sido la inauguración de centros públicos para chavales, donde gran parte de los educadores son varones. Los pedagogos, saben cómo canalizar el arranque masculino que se manifiesta en las pujanzas de los chicos. Una oportunidad para instruirse, en lugar de entenderlo como un mal proceder que debe ser abolido.

En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se declara que “los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”. Son los progenitores y no el Estado los titulares del derecho a la formación de su prole.

jueves, 19 de julio de 2012

LOS ACTORES FUNDAMENTALES EN LA EDUCACIÓN DEL DISCENTE.




La educación del país es una tarea compleja y ardua que requiere del concurso de diversos actores. Los padres y madres de familia juegan un rol de primer orden. Su papel educador también reviste gran complejidad, tanto al realizarlo en el hogar, como proyectándolo en el centro educativo de sus hijos, para configurar su identidad y personalidad, incorporando saberes cognitivos y emocionales que les preparen para una participación ciudadana crítica y efectiva.
La familia constituye el espacio educativo por excelencia, en tanto los saberes y valores que transmite a sus hijos, constituirá el principal resorte vital a lo largo de su vida. Como célula fundamental de identidad, interacción y aprendizaje, representa el escenario privilegiado para proporcionar a los hijos un acervo amplio de experiencias afectivas y cognitivas. Esta educación no formal e informal representa el lado más preciado del desarrollo de la niñez y juventud, por tener una impronta profunda en sus vidas. De ahí que las actitudes y valores que padres y madres modelen cada día ante sus hijos e hijas, se constituyen en su principal patrimonio, impregnándoles su identidad, personalidad y carácter.
Cuando esta herencia trascendental resulta trastocada por la separación, desunión y descuido de padres y madres, pronto se develarán sus consecuencias negativas en los valores y personalidad de sus hijos, proyectándose en el centro educativo con un peso específico no siempre comprendido por directores y docentes.
Los currículos educativos representan el proyecto de vida educativa a desarrollar por los centros, constituyéndose en los mediadores fundamentales entre maestros y los estudiantes. Sin embargo, comprometen muy poco a padres y madres, haciendo recaer todo el peso educativo en los docentes.
Cada día la acción educativa de los centros educativos se reviste de mayores tensiones, sobrepasando las capacidades docentes que interactúan a diario en las aulas. La globalización y los acelerados cambios que se producen en el conocimiento y la tecnología, ubican a los maestros en gran desventaja, por cuanto no tienen acceso amplio a la tecnología y al conocimiento actualizado.
Tal rezago y complejidad se acrecientan, cuando su soledad se intensifica al no contar con la participación de los padres de familia.
Frente a las dificultades que envuelven la educación, son pocos los padres que deciden apoyar la labor de la escuela interactuando con sus maestros, prefiriendo la mayoría desresponsbilizarse de su participación, sin pensar en las tristes consecuencias que ello causará en sus hijos.
La experiencia que el Ideuca viene desarrollando en diversos estudios y programas de innovación educativa, dejan al desnudo esta problemática, proporcionando aprendizajes que alimentan el haber teórico y práctico del conocimiento educativo.
La esencia de estos saberes construidos evidencia que, pretender mejorar la calidad de nuestra educación, guarda estrecha relación con la calidad con que la familia participa en el centro educativo.
Resulta interesante constatar que, aquellos centros educativos que logran dinamizar y movilizar a los padres involucrándoles como colaboradores directos en la educación de sus hijos, son los que ofrecen mejores resultados en la calidad de los aprendizajes. Por el contrario, aquellos que presentan mayores déficits de calidad reflejan, muy bajos niveles de participación familiar.
Algunas acciones interesantes que los centros de avanzada realizan proporcionan claves significativas:
-Mejora el aprendizaje de la lectura y escritura cuando los padres participan en reuniones con los docentes y aprenden a aplicar en casa los refuerzos necesarios.
-Organizan a padres y madres en la comunidad y reúnen a niños y niñas para reforzarles aprendizajes de lectura, escritura, matemáticas, etc.
-Invitan a padres y madres para apoyar a los maestros en el aula con experiencias interesantes de aprendizaje.
-Los padres apoyan cada día a sus hijos en casa con las tareas, ayudándoles a leer y escribir con corrección, siguiendo las orientaciones de las maestras.
-Directores y docentes inciden para que sus alumnos modifiquen sus hábitos nutricionales, eliminando comida “chatarra”, a la vez que involucran a los papás en el proceso. Un estudio reciente del Ideuca demuestra que la desnutrición y obesidad de niños menores de cinco años son preocupantes.

Rafael Lucio Gil 


viernes, 29 de junio de 2012

Maestro, educador, pedagogo


     EL MAESTRO DE MAESTRO  EL CHINANDEGANO JOSE  LAZARO SANCHEZ
En sentido ontológico o del ser, toda las personas somos iguales pero cada quien tenemos nuestra propia identidad que nos hace diferentes.
Como personas distintas y a la vez iguales poseemos dignidad, libertad y sociabilidad, a la par que necesitamos de justicia, satisfacer nuestros derechos y necesidades básicas, incluso la de ser felices.
En nuestra vida y en la vida de la sociedad existe, actúa e influye una persona, es decir una forma muy particular de ser persona, muy especial y de extraordinaria importancia puesto que en gran medida es el sustento activo y permanente de la formación de las personas y ciudadanos que dan continuidad a la historia y cultura de cada pueblo. Es una persona especial, única, insustituible en la vida de cada pueblo.
Esa persona a la que conocemos y llamamos maestra, maestro, encierra un significado que abre un gran espacio a través de su persona, su trabajo, su ejemplo y su proyección.
Presente en el aula, la escuela, la comunidad, el país, siempre en interacción con personas, niños, adolescentes, jóvenes, adultos, desarrolla tres importantes tareas, la de maestro, la de educador y la de pedagogo, según la publicación “El regalo de sí mismo”. Madrid 2006. Es el mismo en tres grandes dimensiones del proceso educativo de las personas, de la ciudadanía, de la historia y cultura del país.
Maestro no es necesariamente quien enseña sino quien sabe. El maestro es un sabio que sabe tejer tarea y gozo. Y tratándose de educar para la vida, es quien sabe y saborea la sabiduría de la vida;
El maestro está comprometido en su propio crecimiento; sus alumnos lo observan y lo notan; es una persona reconciliada con su historia. Vive en paz; sus alumnos lo perciben; está más allá de pretensiones y ansiedades. Es una persona sosegada; sus alumnos lo agradecen; es autónomo, sabe lo que quiere y lo que no quiere; sus alumnos le admiran; el maestro posee su vida y es poseído por la vida en crecimiento; sus alumnos se felicitan por ello.
Educador es quien tiene propuesta educativa y la ofrece y la trabaja; el educador es un buscador-innovador, que guarda en su mente y en su corazón una pregunta respondida, y nuevas preguntas y nuevas búsquedas, nuevos intentos, nuevas respuestas en relación asi mismo y a los alumnos y a la comunidad; un educador siempre se pregunta qué perfil de persona quiere proponer, qué medios puede aportar para que su alumno pueda lograrlo y, sobre todo qué fines, qué sentido de la vida puede ofrecerle; propone porque se siente propuesto. Pero, no propone valores que él o ella no reconoce como bienes para sí. Está personalmente implicado en lo que propone. Cuanto propone es propuesta para él, un bien para él.
Pedagogo es quien sabe aplicar la dosis conveniente en el momento oportuno; el pedagogo es un mago que sabe sacar lo mejor de sus alumnos, aquello que ni siquiera ellos mismos conocen. Sabe que cada uno es la cueva de Alí-Babá y como mago está dispuesto a enseñarle las palabras mágicas para que su cueva se abra y pueda descubrir y gozar de los grandes tesoros que guarda su interior. Sin esas palabras mágicas, esos tesoros se perderían en el olvido; el pedagogo cree, siembra, nutre, ayuda, espera, da oportunidades, enseña medios, ofrece recursos, genera procesos, corrige, ilumina, motiva, estimula, sabe adelantarse, se sitúa en lo positivo y trabaja desde lo positivo. El pedagogo tiene paciencia inteligente, conoce a su alumno, sabe lo que le está pasando y se sitúa en lo posible y con esperanza.
Como maestros que enseñamos a vivir, estamos como en un escaparate. Nuestros alumnos nos ven. Nos ven con decisión de crecer como personas, decididos a vivir y a vivir bien y a vivir del todo, enamorados de la vida. Y necesitan vernos queriendo aprender, crecer abiertos a la vida a lo por-venir.
A todos ellos se debe que nuestra educación tenga vida y vida cada vez más abundante en sus diversos niveles, modalidades y sus componentes extrínsecos e intrínsecos.
Mi respeto y admiración a todas nuestras maestras y maestros.
J.B.ARRIEN.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Los mandamientos del docente universitario


Un amigo me sugirió la idea de elaborar un decálogo que sintetice, de acuerdo a las más avanzadas teorías psicopedagógicas y el magisterio de Paulo Freire, los que podrían ser “Los Diez Mandamientos del docente universitario”. Lejos de sentirme un émulo de Moisés en el campo de la educación superior, hoy los publico a sabiendas de que no es una formulación definitiva sino una propuesta o ensayo susceptible de mejoramiento. Propongo los siguientes mandamientos:
Asume tu cátedra con modestia y la convicción de que tienes aún mucho que aprender de la disciplina que vas a impartir. En el ejercicio de la docencia seguramente aprenderás mucho más sobre ella. Ya lo dijo Cicerón: “Si quieres aprender, enseña”. Y recuerda que no existe docencia sin estudio e investigación. El conocimiento crece y se renueva constantemente. Si no sigues sus pasos tu docencia pronto estará desfasada.
No presumas de tus conocimientos. No te presentes en el aula con la intención de demostrar erudición. Tus alumnos, con sus preguntas e intervenciones, te harán conocer nuevos aspectos y matices que ni siquiera sospechabas y que enriquecerán tu conocimiento. Formula preguntas a tus alumnos para estimular su participación en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Nunca olvides que el sujeto principal del proceso es el alumno y no el profesor. Enfatiza en los procesos de aprendizaje más que en los de transmisión del conocimiento.
Ante tus discípulos tienes que demostrar coherencia entre tu discurso y tu práctica. La falta de coherencia te haría perder credibilidad ante ellos. Tu conducta pública y privada debe ser coherente con tus enseñanzas. Respeta las opiniones políticas de tus alumnos, y nunca trates de manipularlos políticamente. No impongas tus ideas por un principio de autoridad. Recuerda que es más importante la autoridad de los principios.
Tu rol como docente no lo limites a la clase expositiva o verbalista. Si así lo haces, estimularás en tus alumnos una actitud puramente receptiva de simples “tomadores de apuntes”, que luego memorizarán para el día del examen. Esto no garantiza que realmente han aprendido lo que tratabas de enseñar. Debes evolucionar, como recomienda Freire, de “educador bancario” a “educador problematizador”, y recuerda que tanto vale el texto como el contexto y que enseñar exige compromiso, ética y estética.
Tu rol como docente es actuar como un intermediario entre el conocimiento y el aprendizaje de tus alumnos. Tu papel es el de un facilitador de la construcción conjunta del conocimiento con tus discípulos, pero recuerda que los valores son los que transforman la simple instrucción en educación y el conocimiento en sabiduría. Que tu magisterio se inspire en los paradigmas del Desarrollo Humano Sostenible, el respeto a los derechos humanos, y a la interculturalidad, la tolerancia y la Cultura de Paz.
Tu deber, si es que realmente quieres que tus alumnos aprendan y, lo que es más importante, que “aprendan a aprender”, es transformar el aula en un ambiente de aprendizaje. Debes esforzarte por llevar al aula los materiales, previamente elaborados, capaces de suscitar aprendizajes significativos en tus alumnos, que tomen en cuenta sus conocimientos previos.
Tus alumnos no son todos iguales en cuanto a capacidad o motivación para el aprendizaje. Adopta las medidas pedagógicas que se adapten a la diversidad de sus capacidades y necesidades. Esfuérzate por crear una relación interpersonal de mutuo respeto con tus alumnos y no olvides que la educación es una construcción social donde la interacción con los demás es decisiva.
Asume la convicción que toda pregunta que se te haga en clase es importante. Para un buen docente no existen preguntas tontas o inútiles. Aprende a valorar la participación de tus alumnos y estimula su autoestima y su curiosidad. Un exabrupto de tu parte puede arruinar el deseo de tu alumno de aprender y su inquietud indagadora.
No evalúes a tus alumnos en función de la mayor o menor exactitud con que repitan tu discurso ni por la simple acumulación de datos e información. Utiliza pruebas de evaluación que te permitan apreciar si realmente aprendieron y si fueron capaces de construir el nuevo conocimiento e incorporarlo a su estructura cognitiva.
El fin último de tu labor como docente debe ser promover la autonomía de tus alumnos, para lo cual debes evitar generar dependencias.
Tu éxito como docente se medirá si tus alumnos adquirieron las herramientas cognoscitivas y la motivación para seguir aprendiendo durante toda su vida. Y considera como un triunfo que tus alumnos algún día te superen.
DR. Carlos Tünnermann Bernheim

sábado, 12 de mayo de 2012

JOSE TOLEDO DE AGUERRI MAESTRA EMERITA DE NICARAGUA.

Ayer, la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua sesionó en Juigalpa, con motivo del 50 aniversario del fallecimiento de Josefa Toledo de Aguerri (1866-1962). Me refiero a la gran educadora, cuya labor forjó la pedagogía moderna en nuestro país con otras graduadas del Colegio de Señoritas —fundado en 1882— a lo largo de muchas décadas.
Su carrera abarcó la dirección de varios centros públicos y la fundación —aún en tiempos del general J. Santos Zelaya— y de su propio colegio y la Escuela Femenina de Prensa, de la Escuela Normal de Señoritas, el Colegio de Señoritas Técnico-Práctico y el Kindergarten Modelo. Sin embargo, su vocación educativa fue más amplia, resultando una escritora pedagógica de grandes capacidades, una ensayista —teórica de la enseñanza— y autora de teatro escolar.
Sus piezas, desde luego, estaban vinculadas a su práctica diaria y eran cortas, amenas y fáciles de asimilar, teniendo de objetivo transmitir el civismo, la autogestión y el espíritu democrático de las elecciones; y de inculcar el ideal unionista. Cultivó, igualmente, la crónica de viaje y la biografía breve, el editorial y el artículo divulgativo, como dan fe media docena de obras.
Estas, en el campo específicamente pedagógico, postulaban la revitalización de las escuelas normales (la de Varones fundada en 1908 y la de Señoritas en 1910); la necesidad de establecer un Consejo Nacional de Instrucción Pública, el concepto “nuevo” de escuela como esfuerzo dirigido, perfeccionamiento progresivo, fe en sí mismo, esperanza en la realización de los ideales y abnegación para un exceso de trabajo en favor de los demás; el sentido del Kindergarten y sus críticas al método de Froebel, esencialmente matemático; el uso de libros de texto y otro temas sobre disciplina y moralidad, higiene y sinopsis, colonias y bibliotecas escolares, juntas, academias y asociaciones, la celebración del Día del Maestro y la Fiesta del Árbol, decretada en 1929.
Al mismo tiempo, propugnaba —como feminista pionera— por la superación y los derechos de la mujer. Esta significación tuvieron sus publicaciones periódicas Revista Femenina Ilustrada (1918-20) y Mujer Nicaragüense (1929-30), actividad que presenta otra faceta fundamental de su personalidad: la de promotora cultural. No sólo esas publicaciones periódicas fueron proyectos logrados, sino su Enciclopedia Nicaragüense (1932), de la cual sólo quedó el segundo tomo, pues el primero fue destruido por el terremoto capitalino de 1931. A todo ello hay que sumar el despliegue de una incansable labor como benefactora social, presidiendo numerosas instituciones filantrópicas.
Por fin, vale la pena recordar su trilogía práctica (buena presencia, precisión en el aprendizaje y constancia en el estudio ordenado) que concretaba en su expresión nemotécnica: “Facha, fecha y ficha”. Mas su autorretrato mental la reveló conspicua e inteligente, cortés en su trato y tenaz en sus propósitos, aparte de ofrecer estos principios: la veracidad como virtud predilecta, la integridad como cualidad más estimada en el hombre y la honestidad en la mujer. Su concepto de la felicidad consistía en tener fe, abrigar esperanza y practicar la caridad. Y el de la desdicha en mantenerse inconforme e intolerable.
“Doña Chepita” prefería vivir “en donde la justicia tuviera su mejor representativo”. Declaraba a Cervantes y a Darío, respectivamente, su prosista y poeta predilectos. Chopin era su músico más admirado y Murillo, el español, su pintor más afín. Tenía un libro de Pestalozzi de cabecera y el héroe de la vida real que más admiraba era el padre Mariano Dubón. Su heroína por antonomasia: Rafaela Herrera; su aversión particular, la hipocresía; y su lema: “Todo por la patria, la familia y el honor”.

viernes, 13 de abril de 2012

La educación es, ante todo, cambio y transformación



La educación es un tema recurrente de mayor interés para la sociedad. Lo patentizan padres y madres de familia, organismos de la sociedad civil, instituciones y empresarios, todos muestran interés, aunque por razones diversas. Mientras a unos les interesa como factor de desarrollo personal y medio para mejorar su calidad de vida, otros la ven como la mejor arma del país para competir en un mundo globalizado; a otros, les mueve lograr mejorar la eficiencia productiva.
Tal interés, sin embargo, evita enfrentar el tema de la educación como terreno de transformaciones y cambios profundos. Tal pareciera como si el tema fuera simple y sencillo, limitándose a reclamar más recursos económicos o la necesidad de aplicar políticas educativas consistentes y pertinentes con la realidad del país. Lo cierto es que tales enfoques son necesarios, pero obvian lo que yace en las entrañas mismas del hecho educativo: la educación como proceso sistemático de cambios y transformaciones personales e institucionales.
Nada mejor que las fiestas de la Pascua, que envuelven al pueblo cristiano para pensar en las relaciones íntimas que las mismas tienen con el hecho educativo. Cambios y transformaciones que, desde un punto de vista religioso, representan el “paso” de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, con lo que ello conlleva de dolor, aunque desembocando en profunda alegría proporcionada por un nuevo horizonte vital.
Son periódicas en el país las reformas educativas. Se concretan en políticas que despliegan acciones enfocadas a lograr objetivos laudables, metas, logros y resultados visibles y medibles. Tales intencionalidades omiten frecuentemente lo más importante: el rol de cambio de las personas que integran el sistema educativo. Tales propósitos dan por hecho que, las personas a cargo los asumirán sin dilación alguna.
Tales reformas giran en torno a objetivos institucionales que, ingenuamente, pretenden alcanzarse sin mediación alguna. Así, los distintos niveles educativos realizan reformas curriculares renovando e incorporando contenidos más actualizados, adoptando metodologías más modernas, pero obviando lo más importante: a quienes deberán ponerlos en práctica, con sus representaciones mentales,  hábitos, creencias y actitudes. En el mejor de los casos, todo se reduce a proporcionar una capacitación-información dirigida a dirigentes, técnicos y profesores, asumiendo que, conociendo los contenidos y metodologías bastará para que los lleven a la práctica. Tal desconocimiento de los procesos de cambio constituye una verdadera “caja negra”, al obviar la lógica que preside los cambios en cada persona.
Las experiencias de las instituciones educativas son claras. Los propósitos de las reformas son cuantiosos, pero los balances de logros son escasos. Se trata, en suma, de reformas para no cambiar. Esta ingenuidad aparente está presidida, como telón de fondo, por un paradigma educativo técnico-eficientista basado en resultados. Para su modelo teórico movilizador, ajeno a la esencia de la educación, lo importante es alcanzar resultados a cualquier costo, sin fijar la atención en cómo deben abordarse tales procesos. Lo importante no son precisamente las personas con sus procesos humanos, técnicos y pedagógicos acompañantes, tildándolo de mera filosofía.
Hoy, por el contrario, se acepta que en el ámbito educativo son tan importantes los resultados como los procesos que llevan a alcanzarlos, conteniendo la mayor riqueza humana en estos últimos. Esta trivialización de los procesos de cambios, desoye la complejidad que tienen en el terreno personal e institucional. Aun cuando en las últimas décadas el ámbito educativo ha realizado múltiples investigaciones en distintos contextos con enfoques diversos, en que se ponen de manifiesto los obstáculos epistemológicos que asisten, de forma natural, a las personas que deben realizar cambios en sus concepciones y prácticas educativas, raramente las políticas de reforma toman en cuenta tales obstáculos.
Frecuentemente el personal técnico y docente del sistema educativo es incomprendido y culpabilizado al no aplicar directrices de reforma.
Evitar este nudo crítico del cambio y transformación de las personas no es la solución, ni tampoco imponer los cambios.
Es preciso poner en acción una pedagogía del cambio, formando a dirigentes y profesores, no para mantener tradiciones educativas, sino para superarlas con capacidad crítica, innovadora. Preparar para el cambio supone desarrollar competencias de reflexión crítica sobre la práctica, investigación acción de la práctica educativa, puesta en acción de dinamizadores estratégicos; todo ello apuntando a que la educación en las instituciones educativas despliegue procesos de cambio y transformación. Cuando esto se logra, la aplicación de los currículos y nuevas metodologías en que deben desembocar las políticas educativas, dejan de ser un problema. Cuando las personas son preparadas para el cambio, las transformaciones no son traumáticas sino procesos gratificantes que posibilitan todo lo demás. 
FUENTE:R.LUCIO / OSIRISMELISA

miércoles, 28 de marzo de 2012

viernes, 23 de marzo de 2012

COMPETENCIAS EN EL NUEVO CONTEXTO DE APRENDIZAJE EN NICARAGUA.


La educación es constante búsqueda de cambio y respuesta a necesidades del país, lo que no siempre logra a tiempo. En la práctica, frente a una sociedad que avanza en progresión matemática geométrica (multiplicando), la educación lo hace como progresión aritmética (sumando), lo que agranda la brecha y su difícil superación.
En las últimas décadas la crítica a la naturaleza y calidad de los saberes de la escuela es  constante. Esto, porque la ocupación del sistema educativo ha sido fundamentalmente responder a exigencias universitarias, generalmente alejadas del sentido práctico aplicativo del aprendizaje a la vida cotidiana.
Las críticas  provienen, sobre todo, del mundo laboral y empresarial, tomando en cuenta que muchos jóvenes no acceden a la universidad y sus aprendizajes distan de la vida y el ámbito laboral.
Tales críticas aluden a una desmembración de saberes, al operar de forma desintegrada los objetivos de aprendizaje en aprendizajes declarativos, de habilidades, actitudes y valores. Tal atomización enfatiza aprendizajes declarativos (hechos, fechas, conceptos, etc.), en desmedro de su aplicación práctica para la vida con un buen desempeño. Tal divorcio entre niveles de saberes ha influido en que, al tener que aplicarlos de forma práctica en contextos cotidianos presenten déficit evidentes, en tanto el desarrollo de habilidades y actitudes responden a una perspectiva teórico-academicista, artificial, desvinculada de los contextos reales a los que se aplican tales conocimientos.
Como reacción a este comportamiento no se han hecho esperar, desde hace dos décadas, iniciativas en determinados contextos y tiempos. Así, la educación en estándares de contenidos se implantó en el país no hace mucho. Sus evidentes debilidades  posibilitaron avanzar un paso más hacia las competencias.
La Unión Europea emprendió, con éxito, el Proyecto Tunning, trasladado y adaptado a Latinoamérica en la década reciente. Tal esfuerzo significó un proceso de encuentro entre empresarios, universidades y educadores, obteniéndose una definición concertada de competencias en niveles generales y específicos.
Estos avances en Nicaragua han significado un paso adelante, pero muy poco comprendidos y profundizados. Los nuevos currículos de todos niveles educativos plantean tales avances; no obstante, aún hace falta valorar en qué medida las competencias que presentan guardan relación con los métodos de enseñanza que se utilizan en el terreno, los recursos con que disponen los centros y los resultados que se obtienen. El cambio de objetivos a competencias ya se ha ubicado en el discurso, pero su puesta en práctica aún sigue respondiendo más a objetivos que a competencias.
Un concepto de competencia ampliamente compartido, aunque con distintas expresiones según autores, se refiere a la capacidad o habilidad de efectuar tareas o hacer frente a situaciones diversas de manera eficaz, en un contexto determinado, movilizando actitudes, habilidades y conocimientos al mismo tiempo de forma interrelacionada. Por consiguiente, se trata de una capacidad de realizar acciones eficaces ante situaciones y problemas de distinto tipo, que el sujeto está dispuesto a resolver con una intención definida y actitudes adquiridas, para lo cual requiere dominar procedimientos habilidades y destrezas para realizar la acción. Pero tales habilidades para que lleguen a buen fin, deben aplicarse sobre objetos de conocimiento como hechos, conceptos y sistemas de conceptos.
Como puede verse la competencia, a diferencia del objetivo que separa y no integra los distintos niveles del saber, se caracteriza por la integración que el sujeto haga de estos niveles de conocimiento no de manera separada sino simultánea.
Por tanto, la competencia más que fijar su atención en el conocimiento que pueda tener el sujeto, la ubica en el modo con que el sujeto actúa en situaciones concretas, de manera que realice las tareas de forma excelente. No se podrá decir que una persona es capaz de cierta competencia, hasta el momento que aplica los conocimientos, habilidades y actitudes a la par, de forma eficaz.  A diferencia de los estándares de contenidos que la administración educativa del país incorporó hace unos años, en los que sobresalía el interés por los contenidos, en la competencia no se niega el contenido, pero sí demanda que este vaya integrado con las habilidades y actitudes necesarias.
Una pregunta que es preciso responder cuanto antes: ¿Se podrán desarrollar competencias curriculares en una institución educativa, de cualquier nivel, si los conocimientos que se aprenden no van a la par de su aplicación práctica en contextos reales cotidianos, activando herramientas necesarias como habilidades, procedimientos y actitudes? Más allá de seguir la moda, es preciso someter a un examen cuidadoso la medida en que estas se desarrollan de forma práctica en contextos situados. En ello reside la clave fundamental de la calidad de la educación.

viernes, 24 de febrero de 2012

Lo importante es lograr aprendizajes


La educación representa la condición y posibilidad fundamental de la realidad humana. En ella, la persona se construye y reconstruye permanentemente. Este aprender y hacerse constantemente, va más allá de la persona misma, proyectándose en su entorno social. No tiene sentido limitarla en su interacción para beneficiarse y aportar a los demás. La escuela representa el principal espacio organizado para completar esta educación siendo la familia su principal mentor.

Los dos últimos foros internacionales de educación, Cumbres Mundiales de Jontiem y Dakar (1990 y 2000), han coincidido en la equidad, eficiencia, pertinencia y calidad de la educación. Nos han legado un interés profundo por la educación en sentido amplio y flexible, con aprendizajes básicos funcionales para la vida, particularmente en lengua y matemáticas.

La enseñanza no tendría sentido si no logra aprendizajes que aporten a esta construcción de la persona, gestando cambios en concepciones, actitudes y valores proyectados al entorno. Esto se logrará, siempre que se desprendan de experiencias de aprendizaje, relevantes y significativas, interesantes y útiles, resistentes al olvido. Todo contenido a aprender, requiere ser comprendido y compartido en sus significados y aplicado, de forma práctica, en la realidad concreta.

Frente a estos acuerdos y consensos, las lógicas tradicionales sobre el aprendizaje, profundamente arraigadas en estructuras y actores educativos, se resisten a cambiar. Sucesivas administraciones educativas han centrado su interés en lograr enseñar contenidos cuantiosos mostrando poco interés por obtener resultados de aprendizajes pertinentes, relevantes y significativos. La lógica de la supervisión, en delegaciones y centros educativos, continúa insistiendo en cumplir programas, sin constatar si lo que se enseña es realmente bien aprendido.

Ello ha gestado una paradoja histórica que es preciso develar y resolver. Por lo general, padres, docentes y directores de centros educativos, muestran estar satisfechos  de la buena calidad de la educación de los centros, lo que no se corresponde con los resultados de las pruebas nacionales aplicadas a tercer y sexto grado, en matemáticas y español desde 2006. En ellas, más de las tres cuartas partes de niños y niñas apenas alcanzan el nivel más elemental de logro, lo que indica que no han alcanzado los objetivos de aprendizaje. Estos mismos resultados se reproducen en las pruebas de ingreso a la universidad. El contraste también resalta entre estos bajos resultados y las buenas calificaciones que muestran las estadísticas.

Al identificar responsablemente la matriz de tal situación, una explicación clave recae en los métodos de enseñanza y evaluación utilizados y las maneras como los alumnos aprenden. Hemos comprobado que los programas de preparación docente insisten en métodos, técnicas y estrategias de enseñanza de corte teórico, dando por hecho que ya los alumnos saben aprender.

Aún cuando en las últimas décadas se ha investigado mucho sobre las estrategias superiores de aprendizaje, éstas no forman parte de la actividad docente y menos del alumnado. Los alumnos continúan aprendiendo de memoria, recitando, mecanizando, con poca o ninguna comprensión, sin significado ni aplicación al mundo real cotidiano.

Es necesario modificar la lógica imperante en los procesos de enseñanza, enfatizando el interés en el aprendizaje, aplicando estrategias de enseñanza y orientando la aplicación de estrategias de aprendizaje, capaces de movilizar competencias con reflexión, análisis, comprensión  y aplicaciones útiles. Una iniciativa a alabar y mejorar es el reforzamiento escolar, pero para que  sea efectivo, requiere ser sistemático.

Otra veta clave es lograr cambios radicales en la concepción y aplicación del sistema de evaluación. Los instrumentos de evaluación aún son reproductivos, en consonancia con la lógica de la enseñanza y el aprendizaje mecánicos, cerrando, así, un ciclo vicioso perfecto. Tal cambio demanda preparar a los docentes en su concepción y aplicación correctas, asesorando su puesta en escena, desterrando gradualmente la cultura del facilismo, del menor esfuerzo y superficialidad en el aprendizaje que ha invadido al estudiantado. Ello perfila nuevos compromisos de cambio, también, en los currículos de formación docente de Escuelas Normales y Facultades de Educación, cuya matriz actual continúa siendo tradicional. Un punto nodal de gran potencial reside en los TEPCES, espacio de encuentro docente. Las distorsiones sufridas en esta experiencia, desde su recuperación en el 2007, la han vuelto poco efectiva. Su mayor interés descansa en la lógica de programar y planificar contenidos, pero falta priorizar estrategias de enseñanza y de aprendizaje, evaluándolas, cuestionándose los participantes si lo que enseñan es aprendido con comprensión, significado, aplicabilidad y utilidad. Lo importante es que todo el quehacer educativo confluya en aprendizajes de calidad.

sábado, 11 de febrero de 2012

Hagamos educación: cuidemos la moral y la corporeidad




El ser humano es un proyecto. No nace terminado, sino que se humaniza en la marcha, la vida se encarga de hacerlo. Si la ética es la reflexión teórica sobre la moral, esta última es la ciencia que trata de la bondad y del bien, así como de normas, valores y comportamientos, en tanto los humanos nos hemos olvidado del respeto y de la convivencia pacífica. Las universidades deberían incluir en el currículum la asignatura Educación para la paz y también como temática la corporeidad, esta última podría ser un atenuante para aquellos jóvenes que viven bajo signos persistentes de violencia o que manifiestan su Unheimisch o inquietante extrañeza en su entorno.

Sencillas reglas de comportamiento autorregulado son elementos embrionarios necesarios en los seres humanos, porque como expresa Jiménez (2000) esta sociedad es la nuestra, constantemente atacada por enfermedades, atravesada por crisis egocéntricas y presa de tendencias autodestructivas. Lo anterior nos mueve a inquirir sobre la moralidad y la transparencia del sistema político, del modelo cultural, de los héroes deportivos, de la institución matrimonial, de las casas de estudio, de algunos religiosos que anteponen sus propios intereses y no denuncian las injusticias.

Titulares de los periódicos nos informan que boxeadores nicaragüenses lesionan a sus esposas y que hombres sin principios violan sin piedad el cuerpo de niñas puras incidiendo en su corporeidad. Esto entraña también mujeres sin asideros, que de manera abrupta, desestabilizan matrimonios estables o políticos que sucumben a la tentación de lo fácil. Baraa, la niña palestina confinada por su padre en un cuarto oscuro durante casi una década, nos da una lección de amor y corporeidad al confesar ante la prensa que no lo odia.

Es, entonces, necesario hacer la distinción entre conciencia social y conciencia moral individual. La conciencia social es necesaria porque despierta la parte solidaria de los seres humanos, es decir percibimos que son necesarios los cambios para incidir en temas de pobreza, insalubridad, explotación sexual, medioambiente, corrupción gubernamental y educación. La moral individual es aquella que hace que la parte espiritual sea invadida por la violencia, el odio, la injusticia, la envidia por los saberes, la delincuencia, el crimen, la descalificación hacia los demás y el desorden afectivo y sexual al no ocuparse responsablemente del cuido moral de la corporeidad.

La preocupación del gobierno a través del sistema educativo debe centrarse en proteger la dignidad y la armonía humana. Assmann sostiene que la ética solidaria responde a la dignidad inviolable de la corporeidad, esta idea también es avalada por el escritor italiano Umberto Eco. La corporeidad humana es cuando pensamos, sentimos, queremos y coexistimos bajo la mesura del cuerpo; lo contrario sería vivir bajo el pesimismo y decadencia del mismo.

La corporeidad tiene la virtud de conciliar moralmente al ser humano, porque este abandona su naturaleza hostil, apacigua su frenesí sexual y orgiástico al proveerlo de dones transcendentes, en donde la moral social es un compromiso que es ir “del acto al pensamiento” tal como lo define Wallon. Eduquemos siguiendo estos principios con permanente lucidez: estimemos nuestro cuerpo, percibamos la belleza interior e inculquemos el amor al prójimo, a Dios y a nuestro humanes que es la corporeidad moral.

sábado, 4 de febrero de 2012

Hacia una pedagogía de la ternura

Son muy diversos los discursos que a diario oímos sobre la paz. La paz, como palabra y concepto no es un término neutro, ella surge de situaciones concretas de temor y angustia cuando vemos amenazada nuestra estabilidad y la convivencia humana. La paz ya no es entendida como ausencia de guerra o de violencia, ella adquiere un sentido más holístico, cuyo significado ha evolucionando hacia un carácter integrador; de estado de bienestar y seguridad que involucra el respeto a los Derechos Humanos, la protección al medio ambiente y la satisfacción de la necesidades básicas en materia de alimentación, vivienda y salud.
¿Cuál es el discurso sobre la paz que predomina en la pedagogía del aula? ¿Cuál es la práctica educativa a seguir para transformar los discurso sobre la violencia y construir una pedagogía de la ternurización social? La paz es una palabra que no deja de estar presente en todos los discursos, ella se deja sentir de una u otro manera cuando se trata de buscar el entendimiento humano. La paz es una palabra que se reinventa constantemente, que atraviesa todas las fronteras culturales y que es transversal a los valores humanos.
Hay una tradición del pensamiento occidental que nos enseñó que pensar en la paz es pensar en la guerra y en la violencia. Hubo un periodo en que los estudios para la paz estaban unidos a los estudios sobre la guerra, al menos así se halla en los estudios clásicos de Karl von Clausewitz, que define la guerra como “un acto de violencia que intenta forzar a nuestros oponentes a que cumplan nuestra voluntad”. Luego llega a decir que la “guerra es la continuación de la política por otros medios”.
La guerra no ha sido más que una vulgar expresión de los Estados soberanos y del conflicto de sus grupos de poder. Nunca ha sido una expresión de la verdadera voluntad popular. Hace poco días le oí decir un viejo guerrillero que la guerra la hacen los jóvenes que no conocen a su enemigo, ni lo odian, pero lo matan; y que la inventan los viejos, que conocen a su enemigo, sí lo odian, pero no lo matan.
Los griegos usaban la palabra eirene para referirse a la paz dentro de un grupo cuando vive en armonía y justicia entre sus miembros. En la tradición romana está la idea de pax que tiene tres características: primero como ausencia de guerra (absentia belli), luego las disputas entre clases, razas, grupos territoriales, que desafían el gobierno central. Tercero: sivis pacem para bellum: “si quieres la paz prepara la guerra”.
En la tradición hebrea la palabra para paz es shalom y hace referencia a un pacto entre Yavé y su pueblo para producir justicia y prosperidad. En la tradición cristiana la teología del pueblo elegido se universaliza e integra el concepto de eón bajo un nuevo orden (Basilea) o Reino de Dios, y bajo una nueva ética.
El nuevo paradigma de educación para la paz nos enseña que ésta ya no es más ausencia de guerra y conflicto, sino un conflicto dinámico que requiere ser desaprendido de su vieja visón negativa y re-aprendido desde la justicia social. La paz, en términos positivos, es justicia y armonía social; es un fenómeno amplio y complejo que nos exige una comprensión multidimensional, que hace referencia a tres conceptos íntimamente recíprocos: el conflicto, el desarrollo y los derechos humanos.
La paz auténtica es la que, oponiéndose a la guerra, realiza esfuerzos por disipar toda discriminación, violencia y opresión que obstaculizan el desarrollo integral de las personas en su dimensión social.
La paz exige la superación de los niveles de desigualdad y exclusión social y una integración activa en los procesos de desarrollo y satisfacción de las necesidades básicas. Esto hace que se rompa el triángulo de la violencia directa, sistémica y cultural señalado por Galtung, para quien “la paz es un estado al interior de un sistema o grupo más grande de hombres o de naciones, en las cuales no se da ninguna amenaza o aplicación organizada y colectiva de violencia”.
De lo anterior podemos discurrir que es imperativa la búsqueda y definición de nuevos caminos,  en medio del desdibujamiento y de la encrucijada histórica del modelo predominante en nuestras comunidades educativas.
FUENTE:N.DIARIO/  RENE DAVILA / 030212