viernes, 2 de agosto de 2013

Convertir el aprendizaje como maestro, en enseñanza como docente


La formación docente, de quien hace de su vida enseñar, se fundamenta en un saber que acompaña a todo su quehacer humano y profesional. Paulo Freire lo definió así “Saber que enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción”.
El proceso educativo en su eje principal se mueve en esa dirección. Posibilitar la construcción del conocimiento, activando los aprendizajes que conducen y se concretan en el conocimiento amplio y diverso que abarca todo el potencial de la persona para su construcción, autoafirmación, desarrollo y proyección en la sociedad.
Es preciso insistir: este saber necesario al profesor – que enseñar no es transferir conocimiento, requiere ser aprehendido, hecho suyo, por él y por los educandos y hacerlo constantemente testimoniado y vivido, se trata de un saber en permanente accionar, aplicación y renovación.
Al hablar de construcción del conocimiento abierto a su extensión, ya el maestro y maestra están envueltos en ella y en esa construcción deben estar envolviendo a los estudiantes mediante la interacción y participación mutuas.
Este saber clave y pedagógicamente original se fundamenta y se hace presente en el ser y naturaleza del ser humano en cuanto ser inconcluso, consciente de su inacabamiento y de su perfeccionamiento, es decir, de poder superar ese inacabamiento. En nosotros maestros y maestras, la conciencia del inacabamiento nos hace responsables y por tanto educables en un permanente movimiento de búsqueda encarnada en un mundo, su contexto e historia. Sería una contradicción que si inacabado y consciente de su inacabamiento, por tanto responsable y educable, el maestro no se insertará en este movimiento del mundo y de la historia como parte importante de su destino.
Quiere decir que no es la educación la que nos hace educables, sino que es la conciencia de la inconclusión la que genera la educabilidad del ser humano y algo aplicable también al maestro.
Ahora la educabilidad original del ser humano se ha hecho educación, proceso de enseñanza-aprendizaje en la que toda persona se convierte en sujeto de la construcción de su conocimiento, valores, competencias que la autoafirmen como persona y como ciudadano.
Somos pues personas determinadas y programadas, pero para aprender, ejercitamos tanto más y mejor nuestra capacidad de aprender y de enseñar cuanto más nos hagamos sujetos de nuestro aprendizaje, pero haciendo efectivo el principio de que enseñar no es transferir conocimientos sino crear las condiciones para su propia producción y construcción, vale decir, para hacer del estudiante sujeto de su propia formación, en tanto se le proporcionen oportunidades cognitivas, psicoafectivas y psicosociales para su autoaprendizaje que despliegue todo el potencial y diversidad que posee la persona humana en su totalidad de persona.
Siempre resultará difícil, pero aleccionador contar con todos los elementos que necesita el proceso de enseñanza aprendizaje para crear las oportunidades que cada profesor y estudiante necesita para construir los conocimientos diversos que activan su formación.
La educación como ciencia presenta un desarrollo impresionante a la par que conjuga el aporte de muchas ciencias con sus respectivos métodos y didácticas especiales.
No obstante, la posibilidad de crear las oportunidades para producir y construir los conocimientos en el proceso enseñar-aprender, está en proporción directa a la formación inicial y continua de los maestros, profesores y docentes. De la calidad y pertinencia de esa formación proyectada dependerá la creación de oportunidades en el estudiante para construir y no solo transferir sus conocimientos según piensa Paulo Freire.
El pensamiento de Freire, es sobre todo válido y muy importante, en el propio proceso de formación de los maestros. Esa experiencia y práctica pedagógica en producir y construir sus conocimientos, vale decir, el conjunto de los diferentes saberes, habilidades y destrezas creativos en su proceso de formación docente constituye la mejor forma de activar una docencia orientada al autoaprendizaje de los estudiantes como sujetos de su propia formación. Es convertir el aprendizaje como maestro en enseñanza como docente.