domingo, 17 de abril de 2016

Diferencias entre explicar y enseñar en el aula.

Esta es la cuestión. El artículo de hoy quiere ser una reflexión en voz alta entre lo que entiendo por explicar y por enseñar en el aula. Hace tiempo que vengo dándole vueltas a estos dos términos tan íntimamente ligados con la educación porque creo que ambos presentan diferencias sustanciales. Con ello no quiero decir que uno sea mejor o peor que el otro, sino que simplemente tienen enfoques educativos distintos. Reflexionar sobre estos conceptos es reflexionar sobre mi práctica docente, sobre tu práctica docente. Así pues, aquí van mis 10 diferencias entre explicar o enseñar.

Mis 10 diferencias entre explicar y enseñar en el aula. 

Aquí te presento esta sencilla infografía que me parece no un punto de llegada, sino un punto de partida entre lo que considero explicar y enseñar en el aula. Vaya por delante que el hecho de explicar en el aula no lo concibo como algo negativo. Nada más lejos. En mi caso debo decir que, seguramente, explico mucho más que enseño. Pero creo que de lo que se trata es, precisamente, de invertir esa metodología, es decir, impulsar la enseñanza por encima de la explicación.

Enseñar

15 Errores que como docente he cometido en el aula

Ser docente en estos tiempos… Los que me leéis con asiduidad sabéis que en ocasiones he insistido en que hay veces que debes dar un paso atrás para dar dos hacia adelante. Pues bien, hoy no voy a dar un paso atrás, sino quince, porque quince son los años que llevo ejerciendo como docente en la escuela pública.
Quince años que han dado para más de 8.000 sesiones de docencia directa con alumnos. Quince años repletos de aciertos y de no pocos errores. Precisamente de errores es de lo que te vengo a hablar en esta entrada. Concretamente, de 15 errores que echando la vista atrás me he dado cuenta de que debía rectificar para bien de mis alumnos. ¿Quieres saber cuáles han sido estos 15 errores y cómo estoy, a día de hoy, intentando corregirlos? Pues te invito a que me acompañes porque zarpamos…
Docente
Imagen extraída de Shutterstock

15 Errores que como docente he cometido en mis 15 años ejerciendo mi profesión.

1. Distinguir entre oír y escuchar de forma activa.
  • Confieso que tardé un tiempo en darme cuenta de la diferencia que existía entre oír y escuchar de forma activa a mis alumnos. Oír a tus alumnos es mirarlos a la cara, pero teniendo la mente puesta en ti y en las preocupaciones que te rondan por la cabeza en ese momento. Sin embargo, la escucha activa consiste en tener la capacidad de vaciar tu mente y entregar tu tiempo a ese alumno que se ha dirigido a ti por algún motivo.
2. Valorar más el proceso que el resultado.
  • En mis primeros como docente años el examen lo era todo, el examen era el rey del proceso de enseñanza-aprendizaje. Todo giraba en torno a él. Con el tiempo me he dado cuenta de lo equivocado que estaba, de que lo importante era supervisar lo que el alumno iba aprendiendo por el camino, lo que iba asimilando de mis enseñanzas. Ese es el verdadero valor y no el una nota final.
3.  Afrontar el conflicto como una oportunidad.
  • Así es. Me ha llevado unos años darme cuenta de que los conflictos en sí no son malos, pese a la connotación negativa que el propio término implica. De lo que se trata es de transformar el conflicto en un conflicto positivo, es decir, ser conscientes de que la persona siempre debe estar por encima del conflicto y que ese conflicto puede construirse desde el diálogo y la mediación.
4. Promover la educación disruptiva.
  • Siempre había tenido la certeza de que, para enseñar, una premisa imprescindible era el silencio. El silencio era orden, control y disciplina. Con los años me he dado cuenta de que el silencio era necesario porque el tipo de clase que daba era exclusivamente unidireccional, es decir, yo enseño y tú -el alumno- escuchas. Hay momentos en que el silencio es necesario en un aula, pero también tiene que haber tiempo para la disrupción, es decir, para la cooperación, el debate y el espíritu crítico.
5. Fomentar la excelencia por encima de la perfección.
  • Cuando el examen es el rey, la perfección se convierte en la meta de cualquier aprendizaje. Así pensaba yo. Ahora me doy cuenta de que la excelencia es mucho más importante que la perfección porque incide más en el proceso que en el resultado.
6. Ser empático en lugar de simpático.
  • Cuando empecé como docente creía que podría acercarme a mis alumnos a través de la simpatía. Con los años me di cuenta de que con mis alumnos no se trataba de ser simpático, sino empático, es decir, la simpatía me hacía tener una respuesta para todo, una solución para todo, la aprobación del alumno. Ahora sé que de lo que se trata es de ser empático porque la empatía no juzga, se centra en la persona y no exclusivamente en la solución para esa persona.
7. Insistir en que explicar no es lo mismo que enseñar.
  • Creo que es inevitable que, cuando empiezas a ejercer de docente, no seas consciente de la diferencia entre los términos explicar y enseñar. Tardé años en darme cuenta de que en mis clases lo que hacía era sobre todo explicar, es decir, transmitir conocimientos que mis alumnos podían aprender por sí mismos.
8.  Aprender a formular preguntas abiertas.
  • Al querer ser simpático me di cuenta de que las preguntas que formulaba a mis alumnos eran preguntas cerradas, preguntas que no generaban opciones, preguntas que no buscaban el diálogo. Si algo he aprendido es que las preguntas abiertas inciden en lo emocional, invitan a la reflexión y a la retroalimentación.
9. Promover la mediación antes que la sanción.
  • Tardé unos cursos en darme cuenta de la importancia de mediar los conflictos que iban urgiendo en el aula. Muchos docente prefieren sancionar antes que mediar porque la sanción es rápida, es inmediata. La sanción carece de diálogo, de opciones. Sin embargo, la mediación es mucho más efectiva porque tiene un efecto reparador.
10. Equilibrar en el aula la inteligencia emocional y la inteligencia intelectual.
  • La educación tradicional es una educación lineal. Y como es lineal, no hay tiempo más que para trabajar conceptos y procedimientos. La educación lineal no crea opciones y, sin opciones, no es posible enseñar emociones. Han sido estos últimos años en los que me he dado cuenta de que las emociones pasan por replantearse la forma en la que se enseña en las aulas, una forma unidireccional incapaz de transformar el tiempo para dar paso a un currículum ligado a las competencias emocionales.
11. Enseñar a aprender desde la cooperación.
  • Al darme cuenta de que podía transformar el espacio del aula, también me di cuenta de que se me abría la oportunidad de que fueran los propios alumnos los que aprendieran de sus propios compañeros. Sin duda, el ir sustituyendo la clase lineal y tradicional por una clase cooperativa me ha dado una nueva visión del tiempo y del espacio en el aula.
12. Defender una escuela inclusiva de todos y para todos.
  • Aunque siempre he sido muy sensible con todo lo relacionado con la educación inclusiva, no ha sido hasta hace poco que he podido transformar el tiempo y el espacio en el aula, que he podido dedicar a los alumnos con necesidades educativas especiales toda la atención que requerían. Una educación intelectual sí, pero también emocional. También he podido valorar la inestimable labor del Pedagogo Terapeuta en el aula.
13. Hacer de las TIC un aliado, no un sustituto.
  • Quince años en las aulas dan para mucho. Sin duda, la evolución tecnológica ha sido mucha. En mi caso debo confesar que me ha cambiado por completo mi forma de enseñar. Tal vez el error que cometí en mis primeros años fue pensar que la tecnología podría estar por encima del docente. Grave error. El tiempo me ha enseñado que las TIC nunca podrán sustituir al docente, sino que lo acompañarán para hacer de él, precisamente, un mejor docente.
14. Valorar el error como una forma más de aprendizaje.
  • Cuando lo que buscas es la perfección, no existe margen de error. Así es como pensaba yo. Ahora que valoro el proceso me doy cuenta de que el error es un elemento indispensable para el aprendizaje. Un error que debe enfocarse desde una perspectiva constructiva, como un punto de partida, como un acto de valentía.
15. Promover el “saber hacer” por encima del “saber”.
  • Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo. ¡Cuánta verdad esconde esta cita de Benjamin Franklin! En mis primeros años como docente pensaba que el aprendizaje consistía en saber, en ir acumulando definiciones, fechas, nombres de obras… Ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba. Ahora sé que de lo que se trata es de enseñar a que tus alumnos aprendan destrezas y habilidades para que puedan enfrentarse al mundo que les espera con la mayor de las garantías.

Liderazgo para docentes.

El mejor líder es aquel que la gente apenas sabe que existe. Esta cita sobre liderazgo del filósofo chino Lao Tzu ilustra magníficamente la concepción que tengo acerca del liderazgo tanto dentro como fuera del aula. Se habla poco o nada de liderazgo en los centros educativos, tal vez porque se asocia al mundo empresarial o deportivo. Pero personalmente creo que hablar de liderazgo en el ámbito educativo es algo beneficioso para ti y para toda la comunidad educativa. En el artículo de hoy te explicaré 6 tipos de liderazgos basados en el célebre libro de Daniel Golemantitulado Liderazgo. ¿Me sigues?
Liderazgo
6 Tipos de liderazgo para docentes. ¿Cuál es el mejor?

1. Liderazgo autoritario.

  • Posee visión de futuro.
  • Motiva constantemente a sus alumnos.
  • Hace que sus alumnos perciban que lo que hacen es importante para ti y para ellos.
  • Da tareas individuales, pero siempre pensando que dichas ideas tienen un valor global.
  • El alumno sabe en todo momento cuál es su objetivo y cuál es su recompensa.
  • El objetivo marcado es claro, pero a la vez tiene una cierta flexibilidad.
  • Permite la innovación.
  • Permite la experimentación.
  • Acepta los riesgos.
NO FUNCIONA CUANDO:
  • Docente y alumnos tienen unos conocimientos iguales o muy parecidos, ya que estos lo conciben como un docente presuntuoso o poco informado.
  • Se abusa del despotismo y la intransigencia.

2. Liderazgo coach.

  • Ayuda a los alumnos a tomar conciencia de sus puntos fuertes y sus puntos débiles.
  • Es capaz de definir cuáles son las aspiraciones personales, académicas y profesionales de sus alumnos.
  • Ofrece una gran cantidad de instrucciones porque pauta las  tareas.
  • Ofrece mucho feedback a sus alumnos.
  • Delega tareas con frecuencia, incluso las que se consideran complejas.
  • Defiende el error como una forma más de aprendizaje.
  • Defiende el valor del diálogo como herramienta para aumentar la responsabilidad entre sus alumnos.
  • Verbaliza el compromiso ante sus alumnos.
NO FUNCIONA CUANDO:
  • Los alumnos manifiestan muy pocas ganas de aprender.
  • Los alumnos manifiestan una falta considerable de motivación.

3. Liderazgo conciliador.

  • Valora a sus alumnos y sus emociones por encima de las tareas y los objetivos de las mismas.
  • Busca en todo momento un buen clima de trabajo.
  • Concede mucha importancia a la lealtad.
  • Defiende cierto grado de autonomía en el aprendizaje.
  • Practica el refuerzo positivo incondicional, es decir, trabaja para aumentar el autoconcepto y la autoestima de sus alumnos verbalizando sus logros y aciertos.
  • Promueve la armonía dentro del grupo, así como la moral de sus alumnos.
NO FUNCIONA CUANDO:
  • El docente abusa del elogio.
  • El docente no ofrece soluciones a corto o medio plazo que puedan satisfacer al alumno.

4. Liderazgo democrático.

  • Invierte mucho tiempo en recopilar ideas.
  • Trabaja con la intención de tener el respaldo de sus alumnos.
  • Busca constantemente en el grupo conseguir confianza, respeto y compromiso.
  • Fomenta la flexibilidad y la responsabilidad a la hora de trabajar porque tiene muy en cuenta las opiniones y decisiones de sus alumnos.
  • Es muy realista en cuanto a la consecución de objetivos.
INCONVENIENTES:
  • Se ralentiza con consecución de objetivos, dada la pluralidad de opiniones.
  • Favorece poco la cohesión de grupo al fomentar tanto la participación.

5. Liderazgo ejemplarizante.

  • El docente tiene un alto rendimiento en su trabajo y lo demuestra constantemente.
  • Se obsesiona por hacer las tareas mejor y más rápido y lo exige también a sus alumnos.
  • Busca el mismo nivel y exigencia en todos sus alumnos.
  • Tiene las ideas claras, pero no siempre es capaz de transmitirlas con claridad al grupo.
  • Fomenta la desmoralización y el abandono debido a la alta tasa de exigencia.
  • El alumno se preocupa más por adivinar lo que quiere el docente que no por su trabajo en el aula.
  • No hay flexibilidad.
  • Desaparece la responsabilidad.
  • Las tareas son, por lo general, repetitivas, mecanizadas y aburridas.
  • El alumno ve poca recompensa en su esfuerzo.
  • Manifiesta poca sensibilidad por la atención a la diversidad.
PUEDE FUNCIONAR CUANDO:
  • Los alumnos son homogéneos, están muy motivados, son muy competentes en sus tareas y requieren de poca atención o seguimiento individualizado.
  • Hay que realizar alguna actividad o proyecto en un plazo determinado.

6. Liderazgo coercitivo o dominante.

  • Sólo el docente toma decisiones y es inflexible.
  • No favorece el espíritu crítico o la generación de nuevas ideas o sugerencias.
  • No fomenta la implicación del alumno en el grupo.
  • Desaparece el sentido de la responsabilidad.
  • No fomenta el sistema de recompensas.
  • Es poco motivador para los alumnos.
PUEDE FUNCIONAR CUANDO:
  • Se necesita dar un cambio radical al rumbo de un grupo.
  • Ocurre una situación traumática o de emergencia tanto en el grupo como en el centro escolar.

Liderazgo. ¿Cuál es la mejor opción?

Muy probablemente si has leído hasta aquí te habrás sentido identificado en mayor o menor grado con alguno de los 6 tipos de liderazgo que Daniel Goleman defiende en su libro Liderazgo. Lo que he pretendido con este artículo ha sido darte a conocer 6 tipos de liderazgo para que, una vez los conozcas, veas con cuáles te siente más identificado. Pero también es importante que hagas el esfuerzo por ampliar al máximo otros tipos de liderazgo que sabes bien que no posees, incluso los dos últimos que, como habrás leído, tienden a ser bastante negativos en la mayoría de ocasiones, pero que tal vez en algún momento precisarás.
Un líder no destaca por un sólo tipo de liderazgo. El gran líder es aquel que tiene la capacidad de flexibilizar su liderazgo en función de las necesidades de cada grupo. Esa es la verdadera esencia de un buen líder. De ahí la importancia de aumentar en la medida de lo posible tu repertorio. Sin duda, se trata de un reto apasionante al que te invito desde ya a llevar a cabo. El camino no será fácil, pero te aseguro que la recompensa será, cuanto menos, extraordinaria. ¿Aceptas el reto?